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¿Por qué “The Mayfly Lab”?

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  • Última modificación de la entrada:18 junio, 2024
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Last Updated on 18 junio, 2024 by Alejandro

Comencé a pescar a los 10 u 11 años cuando con mis hermanos nos entro la curiosidad por esos pescadores de mar que pasaban horas en la playa esperando que la punta de la caña se doble, o la línea se tense, mirando las mil y unas estrategias, tácticas y secretos que ponían en juego para conseguir ese trofeo con el que supongo, soñaban cada noche. Al contrario de muchos de los pescadores que conozco, en mi casa mis padres no sabían nada de pesca, con lo cual el camino siempre fue más lento. Sin embargo, debo agradecer a mi mamá que, siempre apoyando nuestras locuras e inquietudes, aprendía y practicaba a la par nuestra. ¡Hoy mi mama también es una “pescadora con mosca”! A mis 15 años vi una película que cambio mi forma de entender la pesca. Una película cuyos protagonistas eran muy distintos pero compartían una pasión familiar, la pesca con mosca. Años después entendí que muchos pescadores de mi generación fueron inspirados por la misma película, “The River Runs Through It”. Era distinto a todo lo que había conocido. Se pescaba generalmente a una corta distancia, requería un manejo muy técnico, y tenia mucho de arte… y encima, el lugar donde se pescaba era un paraíso terrenal, lugar que me recordaba a la Patagonia Argentina, lugar al cual siempre quería volver. La pesca con mosca era, sin lugar a duda, la síntesis de lo que en mi cabeza era la vida perfecta: ¡pesca, ríos, montañas, aire libre, libertad! Tomé entonces unos ahorros que tenia y me fui a una casa de pesca que tenía un sector de Fly Shop. Allí compré mi primera caña y reel, una marca poco conocida, línea 8, con un shooting de hundimiento rápido, ya que le mencione al vendedor que iba a ir de vacaciones a Bariloche y que seguramente vaya al lago o al río Limay a pescar.

Los primeros pasos

Pasamos varios días de vacaciones en Bariloche, recorriendo nuevos lugares, lagos, ríos, a todos lados llevaba mi caña e intentaba pescar, imitando aquellos lances que estaba lejos de repetir. Era otra época, no existía internet como la conocemos hoy, mucho menos YouTube, no tenía idea de que libros o revistas podían ayudarme y para colmo, era la época en que todavía la pesca con mosca estaba reservada a un grupo selecto de personas que, vaya a saber porque, mezquinaban sus conocimientos. Al respecto, recuerdo una anécdota, unos años después de mis comienzos, en la boca del Rio Correntoso, otro lugar de culto para los pescadores de la Patagonia Argentina. Estaban varios pescadores ubicados en la boca (tres que rotan, 15 minutos en cada uno de los tres puntos de la boca, hasta que se termina el tiempo o se saca un pez), como siempre el aire se cortaba con un cuchillo, no sé por qué, pero sentía tensión en el aire. Asumo que los pescadores más noveles molestábamos a los mas expertos… En un momento del día (realmente malo de pesca) uno de los pescadores más experimentados clavo una trucha que para mi en ese entonces era grande, pero lo que más me impresiono fue lo que le siguió. Luego de devolverla, tomo la mosca entre sus dedos como escondiéndola, corto el leader y se llevo el señuelo exitoso a un bolsillo de su chaleco. Salió del agua (al pescar su turno terminaba), se sentó a fumar un cigarrillo y evito conversar con cualquier persona que pudiera cruzarse en su mirada. Había que mantener el secreto del éxito… Por suerte, todo ese comportamiento bastante frecuente en aquellos tiempos ha cambiado rotundamente y hoy cruzarse otro pescador en el río es más de una vez un buen motivo para cortar la jornada e intercambiar ideas y experiencias.

En la boca del Limay

Una de las lindas marrones que me regalo el Limay años despues de aquella primera experiencia

Era el último día antes de regresar. Habíamos pasado una semana y no había visto una sola trucha fuera del agua. Seguramente los lugares que frecuentaba, generalmente lleno de turistas, como así también mi inexistente técnica, eran la formula ideal para garantizar el fracaso. Teníamos el dato de que existía un lugar, templo de la pesca con mosca, la boca del Limay, donde podíamos pescar sin turistas cerca y con alguna posibilidad. El día pintaba ventoso y húmedo, había muchos mejores planes familiares, pero probablemente mi insistencia superaba cualquier tipo de resistencia a cualquier otra idea alternativa. Saque mi permiso preferencial necesario para la boca del río y emprendimos viaje. El único que intentaba pescar ese día era yo, y el resto de la familia, luego de los mates de rutina y facturas ineludibles en la playa, se refugiaron en el auto a esperar que me cansé de revolear mi mosca sin sentido.  Tenia mi caña 8, con un shooting de hundimiento rápido, que según los expertos era parte del equipo correcto para pescar el sitio. Lo que no sabía era que la mosca que estaba utilizando no era ni por cerca la elección correcta ni parte de una posible solución para romper el cero. Tenia en la punta de mi línea una Adams, en un numero 12 o 14, no recuerdo. Una mosca clásica que había elegido en la casa de pesca porque me parecía que podía ser atractiva para una trucha. Pero no sabia como usarla, como pescarla, donde lanzarla… La Adams, como muchos saben, es una imitación de Mayfly (mosca de mayo) o efemeróptera en estado adulto, excelente mosca seca creada en 1922 por Leonard Halladay y bautizada en honor a su amigo Charles Adams, quien fue el primero en utilizarla en el Río Boardman, Michigan.  El hecho es que mi técnica en ese momento era lanzar hacia el centro del río desde una de las orillas, dejar hundir la línea mientras la corriente la arrastraba rápidamente y recoger con pequeños tirones una vez que la deriva estiraba la línea aguas abajo. Así repetí el patrón durante más de una hora, hasta que comencé la cuenta regresiva con el ánimo de no abusar de la paciencia familiar. Ya siendo los últimos tiros, luego de dejar que una vez más la línea se estire aguas abajo casi pegado a la orilla, al hacer el primer tirón para recoger, sucedió lo que había esperado durante toda una semana. Una arco iris, de no más de 20 cm, se pinchó y saltó fuera del agua. Mi reacción no se hizo esperar y con la mano, como había visto en aquella película y practicado en mi mente durante semanas, comencé a recoger línea y arrimar la gran captura que había realizado. En ese momento lloviznaba, era la tardecita y estaba muy fresco, y nadie de mi familia estaba cerca para tomar una foto o ser testigo de mi éxito. Tome la pequeña arco con mis manos, quite el anzuelo, la mire como quien mira algo muy deseado, y la devolví al río… Han pasado mas de 25 años desde aquel momento y sin embargo el recuerdo sigue vivo en mi mente, es sin dudas mi captura más recordada y el inicio de una pasión que solo crece con el tiempo. ¿Por qué entonces de “Mayfly Lab”? Varios puntos interesantes a rescatar, algunos de los cuales comprendí mucho tiempo después a medida que se aprenden cosas nuevas.

  • Mis primeras experiencias fueron casi todo fruto de la observación y la experimentación. Probar múltiples estrategias, la mayoría erróneas, pero siempre prestando atención a que, cuando, como aprender algo nuevo que al repetirlo multiplicaba el éxito. Un verdadero pescador con mosca jamás debería dejar de probar.  
  • Es importante luego de tener (o no) éxito, sentarse a pensar que hicimos y cual puede ser la potencial explicación de porque paso lo que paso. A veces no tendremos la respuesta y el intercambio con otros pescadores nos puede ayudar. Pero lo importante es encontrar un patrón o un concepto que nos ayude a comprender y por lo tanto repetir las situaciones que producen o estimulan la tomada del pez. En mi caso, luego de esta experiencia, he sacado muchas truchas (siempre chicas…) utilizando el mismo método y sin entender por qué. Con el tiempo aprendí que en realidad lo que sucedía era que la Adams no sirve para pescar hundida, pero hacia el final de la deriva, cuando realizaba el movimiento ascendente por la velocidad de la corriente y la tensión de la línea, los peces chicos (que suelen tener menos tiempo que los grandes para decidir que comer) tomaban esta mosca que se comportaba como una emergente (ya habrá tiempo para hablar de estos temas). También repetía los lugares donde había una correntada porque sabía que tenía muchas posibilidades de pescar en el lugar donde el agua rápida se separa de aquella que tiene menos velocidad por el rozamiento con la orilla…
  • Nunca dejar de aprender. Experimentar es sin dudas una de las formas más interesantes para internalizar lo aprendido. Pero en materias complejas, necesitamos muchas veces ayuda para lograr nuevos conocimientos, ordenarlos y perfeccionarlos. Cuando volví de mi primer viaje mosquero, utilicé los siguientes ahorros para realizar un curso de lanzamiento. Fue el primero de muchos que sigo realizando, y aunque ya ha pasado mucho tiempo, sigo considerándome un novel alumno en esto de la pesca con mosca. Recomiendo a todos los que les apasiona este deporte que no dejen de tomar cursos, jornadas, talleres, cualquier tipo de actividad que los ayude a mejorar y aprender nuevas técnicas y habilidades.

“The Mayfly Lab” es eso, el laboratorio en el que continúo experimentando en la práctica de la pesca con mosca, experimentación que comenzó hace tantos años con una Mayfly atada a la punta de mi línea y que, en connivencia con esa trucha desprevenida, despertaron mi pasión por esta actividad. Están todos invitados a “experimentar” su pasión

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